Memorias del que un día fue novato y DESTINADO a Park.
Saludos y mucha suerte a los "nuevos" juas juas juas.
Gunnilbogatan 2. La dirección del edificio es tan ecléctica o chunga como la entrada al mismo. Nada más avistar el hall, podrás contemplar en las paredes unas formas fosilizadas, conózcase "gapos" en la jerga de la calle, que te desearán una bienvenida del todo cálida. Un momento interesante de la llegada a Park es el “llamar al montacargas”. Suerte tendrás si éste responde a tu petición, pues la probabilidad de que esté averiado es directamente proporcional a encontrar la bancarrota en el blackjack del Kåren. El viaje en ese montacargas, que los más ilusos llaman ascensor, es del todo entretenido. Algo así podrían describirte algunos de los miembros del edificio después de sus múltiples aventuras y desventuras en esa trampa mortal que habrá mutilado a más de algún borracho, o novato.
Una vez alcanzas tu pasillo, sientes que vas a morir, no por los textos agresivos "graffitados" en las paredes y puertas de ese antiguo manicomio, sino por el fétido olor que abunda en 2 de cada 4 plantas. Ese olor característico a comida tailandesa, que podría emanar perfectamente una mofeta del Amazonas (desconozco dónde abundan éstas) o de la selva más próxima a Bangkok, dado el caso.
A ciencia cierta, el momento en el que afirmarás ME CAMBIO DE RESIDENCIA o, incluso, VUELVO A ESPAÑA, será cuando abras la puerta de tu habitación (bueno, antes comprueba el buzón) y observes lo que podría describirse como JUNGLA: muebles partidos por un stick de hockey, cocinas a medio construir, baño con el inodoro desconectado de la tubería nodriza, cama inexistente, sofá con restos de lomo ahumado del último anglosajón que pasó por allá, suelo de parqué pero aparentemente de gres. Un conjunto de vicisitudes que te recordarán lo bien que estabas en casa, con los tuyos, con las tuyas, con menos españoles y muy lejos de ese frío que desanimaría hasta Vicky, el puto vikingo.
Por desgracia, cuando te hayas hecho a la idea de que generaciones de desgraciados han sido DESTINADOS a Park, aún restará por llegar la primera noche. Algunos no pegan ojo por temor a que algún somalí (los hay a decenas en la finca colindante) decida entrar en tu habitación, porque copia de tus llaves las tiene medio Västerås, es así. Otros tenants, directamente, se van a un hostal para evitar la incertidumbre de las primeras penumbras y, los más osados, deciden permanecer. Siendo más optimista, las noches son más bien tranquilas en Park a no ser que hablemos de la séptima u octava planta en las cuales se ha demostrado empíricamente que no podría pegar ojo ni un oso polar con acentuados síntomas de hibernación. Tal vez será por los repentinos e imprevisibles estados eufóricos de alguno de los inquilinos y su séquito de cómplices que, por simple matemática, te aporrearán la puerta los días pares de cada mes en aras de boicotear tu razón de sobriedad. Estudiar? En PARK?????
Para ir acabando, que tiempo para novatos no me sobra, te voy a dar dos consejos, joven aventurero que también has sido destinado: primero, si algo va mal, no acudas al landlord de Park, a buen seguro estará tan fumado o desesperado que le tocará mucho los narices oír quejas lloronas de un español recién llegado a Västerås, sin idea de sueco y con un inglés más bien patético, similar al de Fran Perea en este enlace:
http://video.google.com/videoplay?docid=676146631259464234&pr=goog-sl El segundo, evita en todo momento a la archiconocida “brigada del amor”, porque amor y afecto, precisamente, no te van a aportar.
Agente 808.
“Las novatadas, o más bien putadas, son un derecho, una obligación.” Agente 408.